Una de las enfermedades más extendidas a través de Europa en el siglo XVI fue el “mal de las bubas”. Esta enfermedad adquirió distintos nombres dependiendo del país donde se manifestaba.  Se conoció también como morbo gálico, mal francés o mal de Nápoles.  Se consideró una enfermedad nueva y muchos médicos prestigiosos de la época escribieron tratados sobre el mal, sugiriendo distintas teorías sobre su origen, síntomas y tratamientos.  Los cronistas Fernández de Oviedo y Bartolomé las Casas describieron haberlo visto en los indígenas de La Española. La teoría más aceptada por los historiadores es que la afección fue importada a Europa por las tripulaciones de Colón después de su primer viaje.

Considerando que la enfermedad procedía del Nuevo Mundo, los médicos pensaron que el remedio para tratarla debía buscarse en las Indias.  Los primeros que escribieron acerca de su tratamiento fueron los cronistas.  Estos escribieron acerca de un árbol llamado Guayacán o Palo Santo, que crecía en La Española y en San Juan.  El doctor Nicolás Monardes, médico sevillano, experimentó sus efectos con pacientes que retornaban enfermos de las Indias, dándole a tomar el agua obtenida del leño del árbol.  Monardes escribió luego sus experiencias en su libro Primera, segunda y tercera partes de la historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales y que sirven en medicina.  El doctor Monardes describió la existencia del Guayacán y su variedad llamada Palo Santo, que crecía en San Juan el cual era más pequeño, oloroso y amargo, pero de mejores efectos.

En los siguientes años, el uso del Guayacán se extendió por toda Europa y su comercio fue uno de los más lucrativos.  El Guayacán se convirtió en una de las plantas medicinales más importantes en los inventarios de las boticas en los hospitales conventuales. 

Redacta: Lcda. Gladys Montañez

Fuente, Tesina de Maestría: Flora endémica de las Antillas Mayores: apropiación y transformación de la materia medica en España, Siglo XVI